Subrayados

Compré Subrayados. Leer hasta que la muerte nos separe (Mardulce, 2013), el libro de la escritora, periodista y crítica cultural argentina María Moreno. Lo compré porque numerosas personas lo ensalzaron como uno de los mejores ensayos de 2013 en las listas de fin de año de las publicaciones especializadas. Me parece que deberíamos escuchar más a nuestras madres cuando nos dicen cosas como: ¿Qué? ¿Si Fulano se tira de un puente vos también te tirás?

Subrayados es una colección de ensayos breves sobre literatura. En la contratapa se lee que Moreno es “una de las más grandes cronistas y ensayistas de habla hispana” y que “desde hace años escuchamos sin cesar frases como ‘habría que compilar los ensayos de María Moreno sobre literatura’”. Yo nunca había escuchado frases como ésas y ahí quiero llegar.

Hay un tipo de escritura, o quizás de edición de escritura, con la que resulta difícil sentirse cómodo. Es recurrente en todos los géneros, en todas las áreas de conocimiento. Una suerte de habla de gueto, producida en el gueto y para el gueto, que no contempla a nadie que lo exceda. Una escritura excluyente. No necesariamente por las palabras o por el sentido de las palabras. Uno lo entiende, todo, las palabras y el sentido que producen. Sólo que no acaba de comprender de qué le están hablando porque no forma parte de ese gueto, no maneja los códigos ni los contenidos, y su interlocutor no parece tener ningún deseo de integrarlo en la conversación. Ocurre como cuando un desconocido, en una fiesta, le cuenta a uno que caminaba con Juan y se encontraron con Ana, y uno no sabe quiénes son Juan ni Ana, y el desconocido de la fiesta ni siquiera pensó en decir que caminaba con su hijo Juan y se encontraron con la prima Ana.

No estamos obligados a saberlo todo. Por suerte.

Para alguien que no forma parte del gueto literario local, que no frecuenta presentaciones de libros ni congresos de literatura, que no interactúa con ningún escritor y que se aburre de manera soberana con las rencillas y debates literarios, leer Subrayados se parece a escuchar una conversación ajena en la sala de espera del dentista. Si yo escribo, por ejemplo, que las críticas de Needham, Kuper y Schneider recalan en Murdock y le propinan un duro golpe a la perspectiva sobre el parentesco que va de Morgan a Rivers, usted entenderá las palabras pero no estará obligado a descifrar el sentido más pleno de lo dicho.

Es fácil de arreglar: sólo hay que considerar que no todo el mundo está al tanto del siglo y medio de debates antropológicos sobre sistemas de parentesco. Al apellido se le puede agregar un nombre; al nombre y apellido, una profesión, una nacionalidad, una fecha o una marca deíctica cualquiera; las misteriosas críticas y perspectivas pueden explicarse en dos líneas.

De lo contrario uno no debería sentirse ofendido si su interlocutor decide recoger la copa de vino y refugiarse en la otra punta de la fiesta. Es casi tan sencillo como levantar la vista de la página y perderse en otras lecturas donde lo hagan sentir bienvenido y no un sapo de otro pozo.  

Marcelo Pisarro Written by: